No quiero esto en mi ceviche
El 30 de octubre la sociedad civil de la mano del Gobierno del Perú y la organización Ocea-na dedicada exclusivamente al cuidado de los océanos, lanzó la campaña “No quiero esto en mi ceviche” (www.noquieroestoenmiceviche.com), que busca sensibilizar a la población respecto a la necesidad de reducir el consumo de plástico y de promulgar una ley que regule su uso y consumo. A su vez, aprovechando el nivel y renombre que nuestra gastronomía viene alcanzando, esta campaña utiliza como imagen a los chefs, restaurantes y empresas que promuevan o hagan acciones concretas a su favor.
El plato elegido para la campaña es nuestro ceviche, pla-to bandera preparado a base de pescado y sal marina. La campaña con estos productos no es casual ya que los in-vestigadores han encontrado micropartículas de plástico de manera alarmante en el alimento consumido por los peces, en la sal marina que consumimos a diario, en las orillas de las playas de nuestro litoral, así como en el agua potable que consumimos. Si bien, a la fecha, no se ha podido deter-minar el efecto que tendría en la salud humana el consumo habitual de estos productos en estas condiciones, intuimos que la ingesta de microplástico y su presencia en nuestro organismo no producirá nada bueno.
Así, considerando la diversidad de especies marinas, la evi-dente importancia en el Perú de la pesca industrial y la de consumo humano, así como la de la sal marina, nos permite contemplar el panorama sobre lo que debemos reflexionar para determinar las acciones que como sociedad debemos implantar para mitigar el daño a nuestro medio ambiente. En este contexto, debemos señalar que nuestras posi-bilidades legales de regular el uso y consumo del plástico deben concretarse en todas las fases del ciclo económico, desde su producción, comercialización, distribución, hasta
el usuario final. También puede regularse los contenidos y medios en los que se difunda y promocione su uso; el señalamiento de los lugares autorizados para su uso y distribución; así como la elección de herramientas de política fiscal que alienten el consumo de productos alternativos al plástico y/o gravar su consumo con impuestos para desalentarlo.
Por supuesto, y no menos importante al esfuerzo regu-latorio, es la posibilidad de cambiar nuestros hábitos de consumo mediante la reducción del uso de bolsas plásti-cas o de artículos de tecnopor de un solo uso; rehusar las bolsas o reemplazarlas con opciones más duraderas como las bolsas de tela, papel, o plástico de más de un solo uso; lograr administrar nuestros desechos y basura de tal suer-te que puedan ser fácilmente reciclados y reinsertados a la cadena productiva; así como también la necesidad de bus-car mayor información sobre estos productos, cuidando de alentar el cambio del uso del plástico en los mercados, supermercados, tiendas y locales comerciales.
De ahí la importancia del compromiso de la sociedad ci-vil de iniciar esta campaña “No quiero esto en mi ceviche”, para tomar conciencia y acompañar también los esfuerzos regulatorios necesarios para desalentar el consumo de es-tos productos que nos causan daño en nuestra salud y en nuestro ambiente.
Por su parte, en el Congreso de la República se han pro-movido proyectos de ley (2821/2017-CR, 2843-2017-CR, 2852/2017-CR, 2858/2017-CR, 2921/2018-CR 3616/2018-CR), con la finalidad de regular los plásticos de un solo uso y el tecnopor para reducir la contaminación marina y terrestre. Otros proyectos de ley buscan declarar de interés nacional y de necesidad pública la realización de un estudio sobre el im-pacto socioeconómico ambiental de la industria del plástico y la evaluación de otros materiales sustitutos, así como la gra-dualidad de su reemplazo. Como puede verse, las posturas legislativas van desde la prohibición o restricción inmediata, hasta el de establecimiento de una mesa de diálogo que bus-cará soluciones en el tiempo de manera programada.
Los referidos proyectos presentados para análisis de las di-versas comisiones congresales tratan sobre la industria del plástico. Esta industria, incluyendo la producción y la impor-tación de bienes finales o insumos necesarios, aporta al país sólo en el 2017, más de US$2,900 millones al año, represen-ta más de 52,000 empleos directos y más de 100,000 em-pleos indirectos, cuenta con alrededor de US$500 millones en infraestructura, y exporta alrededor de US$453 millones (datos sustentados en los antecedentes de los proyectos de Ley que a su vez refieren a datos oficiales del Banco Central de Reserva, INEI, entre otros).
Por su lado, el consumo del plástico en el Perú es de 30 kg por año en promedio, los que si bien representan uno de los menores consumos de la región, no significa que no deba prestarse la debida atención a su regulación.
Atendiendo a los datos económicos y al uso que se le da en nuestra vida cotidiana, no es pues una tarea fácil implan-tar la regulación necesaria. Es más, somos conscientes que la regulación debe hacerse considerando las necesidades del sector empresarial, sin dejar de atender la urgencia del tema, pudiendo implantarse medidas inmediatas para des-alentar los hábitos de su consumo, de ahí la importancia de comprometer a los restaurantes y negocios que los preveen en esta tarea de evitar el consumo de microplástico a través del pescado y la sal marina.
Ya la expedición científica Algalita Marine Research Founda-tion alertó en junio de 2018 sobre una “isla” frente al litoral de Chile y de Perú de 3 millones de km2 de residuos plásticos (es más grande que Méjico), en su mayoría empaques, cuerdas y artículos de la industria pesquera, así como botellas, cuyo origen estaba probablemente en su mayoría en Nueva Zelan-da y en Australia (Ver: algalita.org, y el diario La República del 28-6-2018). Esta basura plástica altera el sistema alimenticio de los peces y aves, de ahí la necesaria toma de acciones in-mediatas para el monitoreo, control y mitigación, de ahí que mientras “limpiar” sea económicamente inviable, los países deben atender a la reducción del uso como prioridad.
Pero, ¿cuáles son los principales productos en discusión? Son, las bolsas de plástico – distinguiendo aquellas usadas para hacer las compras (que se convierten luego en bolsas para empacar la basura doméstica)-, de las usadas en la in-dustria y comercio para empacar alimentos, así como las utilizadas para desechar la basura. De ahí que, la restricción inmediata de estos productos podría originar problemas de salud pública y mayores niveles de contaminación a los que tratamos de mitigar, por lo que su atención requiere de un debate entre los actores involucrados para llegar a las solu-ciones más convenientes.
También se encuentran entre los productos los sorbetes de plástico, los que sí tienen sustitutos inmediatos en los he-chos de papel, por lo que su restricción puede ser inmediata. Finalmente, otro de los productos utilizados es el tecnopor usado como: envase de la comida para llevar, vasos y mena-je de descarte, cuya producción, importación y comerciali-zación ya viene siendo tratada a manera regulatoria.
A manera de conclusión, estando pendiente la discusión del marco regulatorio en el Congreso de la República del Perú, saludamos la propuesta del Ministerio de Ambiente de im-poner como política de estado el uso de plástico de un solo uso y tecnopor de manera innecesaria.
De esta manera, seguiremos disfrutando de un delicioso ceviche de pescado!
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