Cada vez vemos más pruebas de que la inteligencia artificial puede resultar una herramienta invaluable en la lucha contra el cambio climático. Debemos aprovechar su potencial y empoderar a los innovadores en los países en desarrollo como el Perú.

No es el único desafío que las computadoras, sensores, robots e inteligencias artificiales están llamados a enfrentar hoy para trabajar junto a los humanos por la transición ecológica. Desde el blockchain para el seguimiento de residuos y materias primas, hasta el uso de digital twins-gemelos digitales- en la gestión de fuentes renovables. Desde edificios inteligentes para reducir el consumo, hasta la IA para predecir fenómenos meteorológicos catastróficos. Desde la recopilación de datos en tiempo real sobre la deforestación en la Amazonía, hasta los sistemas de mantenimiento predictivo para reducir costos y las emisiones en una determinada maquinaria. Existe una gran cantidad de aplicaciones radicales e innovadoras de las tecnologías digitales útiles para la protección del medio ambiente.

Por supuesto, ninguna inteligencia artificial sustituirá a la inteligencia humana, al menos en el corto plazo. Pero es seguro que en las próximas décadas se producirán muchas revoluciones, pequeñas y grandes, la mayoría de ellas aún por imaginar.

Sin embargo, se trata de tecnologías que a menudo tienen un impacto significativo desde el punto de vista medioambiental, dada su naturaleza intensiva en el consumo de energía y consumo de materiales. Pero no obstante todo, la suerte está echada: cada vez más naciones están regulando las tecnologías de inteligencia artificial para garantizar que sirvan a la transición, protegiendo el medio ambiente y sin dañar el derecho a la privacidad. El impacto en el mundo del trabajo será seguro: cómo y en qué medida aún no está claro por el momento.

Si se utilizan bien estas tecnologías serán clave en la economía, en el medio ambiente y en la información. Depende de nosotros, los humanos, elegir si nos fascinamos, no tanto por la máquina, sino por el tecno-capitalismo y la búsqueda ciega de ganancias sin escrúpulos, desreguladas y no compartidas. Para los grandes nombres, desde Microsoft hasta Google pasando por OpenAI, será fundamental seguir y promover las regulaciones internacionales. El principio de seguridad, especialmente en estas tecnologías tan poderosas, debe seguir siendo nuestra estrella guía.

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