Tiempos de Crisis
En los últimos 100 años el Perú ha atravesado grandes crisis. La primera fue en 1929-1932 cuando la economía peruana se vio afectada por la gran depresión en Estados Unidos. El PBI cayó en 11% en 1930. Los precios de las exportaciones cayeron 21% por año y se redujo el consumo de alimentos y bienes dentro del país a pesar de los menores precios de estos. Leguía renunció en 1930 y en 1931 Sánchez Cerro tomó el poder agudizando la crisis. La dramática situación fiscal llevó al Gobierno a suspender el pago del servicio de la deuda externa en 1931.
La segunda gran crisis, más conocida como la década perdida, se produjo entre los años 1982-1990, empezó en el segundo gobierno de Belaunde y se profundiza bajo el régimen aprista. Durante estos años, el PBI registró una caída acumulada de -32.7% y de -14.2% en su peor año. Esta crisis está marcada por el mal manejo macroeconómico, una inflación de hasta 7,649% y un pésimo desempeño fiscal. El país se estanca económicamente, se produce desabastecimiento, millones quedan sin empleo y la pobreza se generaliza en todo el país.
Pero en mi opinión, la tercera y la peor de todas las crisis que haya sufrido este país se está produciendo hoy día. El Fondo Monetario Internacional proyecta una caída del PBI de 13.9% para el 2020. Esta es una de las caídas más grandes del PBI a nivel global producto de una de las cuarentenas más largas del mundo que ha contrarrestado con creces el apoyo económico del gobierno. Esta crisis ha generado que se pierdan millones de empleos y millones de peruanos vuelvan a ser pobres.
Afortunadamente este país a lo largo de la historia ha encontrado la receta para salir de las crisis. En primer lugar, liberalizar la economía eliminando cientos de reglamentos que frenan la producción. En segundo lugar, promover la inversión liberalizando el flujo de capitales, dando seguridad a los inversionistas y protegiendo la propiedad privada. Por ejemplo, destrabando la apertura de nuevas minas, ampliando la frontera agrícola para la agro-exportación e incentivando la apertura de nuevas fábricas ó atrayendo a las que están saliendo de China. Por último, controlar el gasto público reduciendo drásticamente la burocracia ya que este año la caída de la recaudación fiscal va a ser muy grande.
Una vez más se pone a prueba la capacidad de recuperación del pueblo peruano pero esta vez contamos con dos importantes factores. El sector informal al que no veíamos con buenos ojos se vuelve clave para ayudar en la recuperación económica, porque ellos no tendrán la carga de la frondosa legislación que limita la producción. En cuanto al sector empresarial este se ha desarrollado y cuenta con la fortuna de tener profesionales con experiencia y buen manejo capaces de innovar, tecnificar y generar nuevos proyectos para lograr la ansiada recuperación económica.
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