EL RETO DE LA ADVERSIDAD Y LA RESPUESTA CREADORA
Una doble agresión de la naturaleza y una réplica vibrante de líderes providenciales, que en la década del 60 rescataron lo perdido y más, cambiaron el ritmo de la historia de la ciudad. Los destructores terremotos el 58 y 60 fueron superados con entrega generosa y alta eficacia por los hombres de una Junta de Rehabilitación y Desarrollo que transformó la adversidad en acicate, la respuesta superior al reto inclemente de la naturaleza.
En la primera parte del siglo pasado, la economía ciudadana discurría entre un comercio de intercambios elementales, tráfico artesanal y tímidos vahídos industriales. Los terremotos nos agredieron sorpresivamente y por la espalda, fusta quemante que despertó y avivó los valores propios
de la identidad de esta ciudad: el espíritu indomable, el orgullo —que importa a veces desmedido- y la naturaleza de bastión de avanzada política, amén de su condición de irreductible “búnker” de libertades.
Hasta los años 50, agricultores. Comerciantes de materias primas que escalaron hasta la exportación, aunque solo de minerales y lanas, artesanos diligentes y productores de bienes de consumo, fueron los que marcaron el lento compás de la economía ciudadana ,cuando en otras latitudes se enfocaban el desarrollo económico dentro de la ruta de industrialización, que es la que realmente genera riqueza y promueve el desarrollo. Producido: los sismos y creada con idea de futuro la Junta de Rehabilitación y Desarrollo de Arequipa, sus conductores entendieron que para abordar el navío del verdadero
progreso no bastaba mantener una economía de supervivencia como la que acusaba el medio y emprendieron, a la par que las tareas de reconstrucción, la de crear y desarrollar industria que asegurara positivamente el futuro. Aquí corresponde destacar la acción del presidente de ese organismo, el Ing. Fernando Chaves Belaúnde, y su Consejo Ejecutivo, entre el 63 y 68, un equipo de hombres que gratuita y generosamente lanzaron hacia el porvenir el destino de la ciudad y cambiaron el curso de la historia. Parte de importantísima gestión, fue la creación de los parques industriales. Desde la habilitación de terrenos, urbanización especializada, servicios y exenciones, para poner en marcha un proceso de industrialización real efectivo. Particularmente el parque anexo a la variante de Uchumayo, fue el que tomó mayor
impulso hasta constituirse en el líder del desarrollo industrial de la ciudad. Él habría de aportar significativamente, a ese 80% del PBI específico del Sur del país alcanzado en los setentas.
Dentro de esa marcha, el “Parque Industrial” definió personería colectiva el año 1970 con la fundación de la Asociación de Empresas del Parque Industrial de Arequipa (ADEPIA), dinámica entidad que logro capear con éxito la crisis del año 90 y completó la importante flota de empresas que hoy lucen en esa importante área industrial. Su acción no se ha detenido dentro de sus límites físicos y asociativos, sino que viene promoviendo la agrupación de los tres parques industriales existentes (Arequipa, Apima y Río Seco), y la creación de uno nuevo para afrontar la creciente expectativa de nuevas empresas que ya están viendo en Arequipa, la oportunidad de importantes realizaciones. Ahora, en las necesidades de una población que supera el millón de habitantes y en los grandes proyectos de desarrollo que se anuncian, y no terminan de concretarse, está el nuevo reto para esa nueva hornada de líderes que se inquietan en ADEPIA y preocupan en la Cámara de Comercio e Industria de Arequipa, para obtener las respuestas que esta nueva ciudad reclama. En definitiva, una acción empresarial privada y a la vez espoleante de la que corresponde a las autoridades nacionales, regionales y municipales en torno al progreso de la ciudad y la región.
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