Lo que los Arequipeños esperamos de nuestras autoridades
La comunidad cifra sus legítimos anhelos, expectativas y esperanzas en el acertado proceder de sus autoridades, en quienes depositan indudablemente su confianza, pues esperan de ellas el cabal y positivo cumplimiento de sus diferentes y diversas propuestas y promesas, orientadas a lograr el bienestar auténtico de la población, de las personas que la conforman, especialmente de los niños y ancianos, sin descuidar ciertamente a los más necesitados, a los que sufren especialmente por la pobreza, la discriminación y el abandono y, en general, a jóvenes y adultos que por cierto constituyen la principal fuerza y energía para el necesario impulso de toda aquella obra y actividad que esté justamente dirigida a ese bienestar común, que no es sino lo que corresponde al desarrollo humano, por encima del mero crecimiento económico y material. Esperan así de sus autoridades, presentes y futuras, dos cualidades que, según creo, resultan ser los dos pilares fundamentales, imprescindibles, de toda acción humana auténtica y debidamente encaminada: LA COMPETENCIA Y LA TRANSPARENCIA.
Por la competencia entendemos la capacidad suficiente para convertir las ideas en acciones de la manera más precisa y correcta, con criterio técnico y con sabiduría, con osadía, con imaginación y sensatez; priorizando lo que realmente corresponda a las necesidades más apremiantes de toda población, que no son sino la salud, que incluye la buena alimentación, la educación y cultura y la seguridad emocional y física, más el desarrollo espiritual, así como el verdadero sentido de identidad, rescatando y potenciando lo propio, lo que pertenece a nuestra idiosincrasia, producto del devenir histórico de nuestros pueblos y antepasados, en permanente diálogo e intercambio cultural; primero interno y sólo después con lo externo o foráneo, en el marco por supuesto de la globalización, pero sin pérdida de identidad.
Y por la transparencia lo que se quiere es una gestión de servicio y no de beneficio, vale decir, una gestión que priorice el interés común y no el interés propio, que rinda cuentas permanentemente, hasta el último nuevo sol y centavo que se reciba y que se gaste. Dicha transparencia deberá traducirse en un estilo de gestión y ejecución a la vista de cualquier revisión o auditoría, a fin de evidenciar que lo que se hace es lo correcto, lo legal y lo que conviene al mencionado interés común.
Si a ello se aúna el ejercicio del diálogo, buscando siempre las coincidencias y consensos, requiriendo y respetando las opiniones diferentes o contrarias, tal como lo decía hace poco el Papa Francisco: ‘A las diferencias no hay que tolerarlas, hay que celebrarlas”; con ese espíritu democrático y dialógico se encontrarán sin duda, de mejor manera y más pronto, las correctas direcciones para todo lo que se tiene que afrontar, emprender y resolver.
Pero además, aunando asimismo ese denominado ‘perfil bajo’, que precisamente nos evite la figuración egocéntrica, resaltando más bien el esfuerzo común, el de todos, como el único que nos puede permitir logros valederos y trascendentes. Ni delante ni atrás como lo señalara proverbialmente Albert Camus, el gran pensador francés, al referirse a esa actitud de trabajo en equipo, de uno al lado del otro, cuando dijo: “No te coloques delante porque tal vez no te siga, tampoco te coloques detrás, pues pueda que no te guíe; ponte a mi lado, seamos amigos, y vayamos al frente”. De esta manera, creemos firmemente que es posible construir un nuevo Perú, una nueva sociedad, en cada región y localidad. Con voluntad y motivación, con honradez, con imaginación y sencillez, con apertura y esfuerzo, sumando y no dividiendo, sumando y multiplicando nuestros talentos individuales y colectivos. Forjando así la patria soñada, la que imaginaron y por la que lucharon y entregaron su vida los hombres y mujeres que construyeron lo más alto de nuestra historia. Y que hoy, los nuevos dirigentes y responsables de la cosa pública, deben emular, agregando por cierto su propia iniciativa, capacidad de trabajo y compromiso firme y leal.
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